Aprende a vivir con tranquilidad.

Parece que la vida moderna está diseñada para que siempre tengamos prisa. Nos levantamos corriendo porque el despertador no ha sonado a la hora que debería, desayunamos deprisa porque llegamos tarde al trabajo y, cuando finalmente nos sentamos en nuestra mesa, las tareas se nos acumulan como si fuera una avalancha. Y así pasa el día, con el corazón a mil por hora, la cabeza dando vueltas y el móvil sonando y vibrando cada dos por tres. Luego, cuando por fin llega la noche, intentamos relajarnos, pero nuestra mente sigue en modo acelerado, incapaz de desconectar.

Este ritmo de vida se ha convertido en algo tan normal que hemos llegado a asumirlo como parte de nuestro día a día. La tranquilidad parece un lujo al que solo algunos pueden aspirar, como si no estuviera al alcance de todos. Pero la realidad es que, aunque nos parezca complicado, vivir con tranquilidad es más necesario que nunca. Y lo peor de todo es que a veces ni siquiera somos conscientes de lo que nos estamos perdiendo.

Las consecuencias de vivir en constante estrés.

El estrés se ha vuelto un compañero habitual de nuestras vidas, como si fuera una sombra que nos sigue a todas partes. Está claro que no podemos evitar ciertas preocupaciones, pero cuando estas se convierten en algo constante, el cuerpo y la mente empiezan a sufrir. No es solo cuestión de estar cansado o de sentir que nos falta tiempo, sino de los efectos que tiene sobre nuestra salud.

El estrés crónico, según comenta el psicólogo Carlos Ruiz León, puede desencadenar una serie de problemas que, a largo plazo, nos pasan factura: el insomnio es uno de los primeros en aparecer, y cuando no dormimos bien, todo lo demás se resiente. A esto se le suman las migrañas, el dolor de espalda, la fatiga y, en los casos más graves, hasta problemas cardiovasculares. La mente también sufre: el estrés puede hacer que nuestra capacidad de concentración disminuya, que nos volvamos más irritables y que nuestra memoria falle. Además, si no gestionamos bien este estrés, puede acabar desembocando en ansiedad o depresión, afectando a nuestra calidad de vida de manera significativa.

Por otra parte, vivir en un estado constante de preocupación nos aleja de las cosas que realmente importan: las relaciones personales se ven afectadas, perdemos la capacidad de disfrutar de los pequeños momentos y, al final, terminamos por sentirnos vacíos y desmotivados. Y es que, cuando todo es una carrera contrarreloj, no dejamos espacio para lo que nos hace felices, para lo que nos llena. En este sentido, vivir sin tranquilidad tiene un alto precio.

Consejos para llevar una vida con tranquilidad para tener una buena salud.

La buena noticia es que, aunque el estrés parezca inevitable, podemos aprender a vivir con más tranquilidad. No se trata de cambiar todo de la noche a la mañana, sino de incorporar pequeños hábitos que nos ayuden a encontrar el equilibrio. Aquí te dejo algunos consejos que te pueden servir para llevar una vida más relajada:

  • Haz una pausa: a veces estamos tan metidos en la rutina que nos olvidamos de parar. Dedica unos minutos al día a hacer una pausa y respirar profundamente. Puedes aprovechar un momento tranquilo, como el café de la mañana o antes de dormir, para desconectar de las preocupaciones y centrarte en el presente. Cerrar los ojos, respirar hondo y prestar atención a tu respiración puede ayudarte a calmar la mente y a reducir el estrés.
  • Aprende a decir «no»: nos cuesta mucho decir que no a ciertas cosas, ya sea por miedo a decepcionar a los demás o por sentirnos culpables. Sin embargo, aprender a poner límites es esencial para proteger nuestra tranquilidad. No podemos estar en todos los sitios ni cumplir con todas las expectativas, y eso está bien. Decir «no» cuando es necesario es una forma de cuidar de ti mismo y de tu bienestar.
  • Dedica tiempo a lo que te gusta: a menudo, nuestras aficiones quedan relegadas a un segundo plano porque creemos que no tenemos tiempo. Pero dedicar tiempo a lo que realmente te gusta es fundamental para desconectar del estrés y recargar energías. Ya sea leer, pintar, hacer deporte o simplemente pasear por el parque, reserva un espacio en tu agenda para hacer lo que te apasiona. No se trata de un capricho, sino de una necesidad para tu bienestar.
  • Cuida tu alimentación: aunque no lo creas, lo que comes influye mucho en cómo te sientes. Una dieta equilibrada y variada puede ayudarte a mantener el cuerpo y la mente en buen estado. Evita el consumo excesivo de cafeína y azúcares, ya que pueden aumentar la ansiedad y el nerviosismo. En su lugar, opta por alimentos ricos en nutrientes que te aporten energía de manera sostenida.
  • Duerme lo suficiente: el sueño es fundamental para la salud, y no solo porque nos ayuda a descansar, sino porque durante la noche nuestro cuerpo y mente se regeneran. Intenta dormir entre 7 y 8 horas cada noche y mantén una rutina de sueño regular. Evita el uso de dispositivos electrónicos antes de dormir, ya que la luz azul puede alterar tu ciclo de sueño. Crear un ambiente relajado en tu dormitorio, con una temperatura adecuada y sin ruido, también te ayudará a descansar mejor.
  • Practica ejercicio: el deporte es una de las mejores formas de liberar tensiones y mantener el estrés a raya. No hace falta que te apuntes al gimnasio o que te conviertas en un atleta, basta con que encuentres una actividad que te guste y la practiques con regularidad. Caminar, correr, nadar, hacer yoga o bailar son algunas opciones que pueden ayudarte a desconectar y a mantenerte en forma.
  • Organiza tu tiempo: a menudo, el estrés viene por la sensación de que no tenemos tiempo para todo, así que aprender a organizarse es esencial para evitar esta sensación. Puedes hacer una lista de tareas al inicio del día y priorizar lo que realmente es importante. No te satures con una lista interminable, elige tres o cuatro cosas que quieras hacer y céntrate en ellas. Si te organizas bien, verás cómo tu día se vuelve más llevadero.
  • Desconecta del móvil: vivimos pegados al teléfono y esto, lejos de ayudarnos, nos llena de ruido mental. Las notificaciones constantes, las redes sociales y la necesidad de estar siempre conectados nos generan más ansiedad de la que pensamos. Intenta desconectar del móvil durante algunas horas al día, especialmente cuando estés en casa o en tu tiempo libre. Puedes establecer horarios específicos para revisar tus mensajes y redes sociales, y el resto del tiempo, apaga el móvil o ponlo en modo avión. Notarás cómo tu mente se libera y cómo empiezas a disfrutar más del momento presente.
  • Rodéate de personas que te aporten calma: el entorno en el que te mueves también influye mucho en tu tranquilidad. Rodéate de personas que te transmitan calma, que te hagan sentir bien y que te apoyen. Si hay personas en tu vida que solo te generan estrés o malestar, quizás sea el momento de tomar distancia. No se trata de cortar relaciones de manera radical, pero sí de priorizar tu bienestar y tu tranquilidad. Compartir tiempo con personas que te hacen reír, que te escuchan y que te entienden es fundamental para mantener la paz interior.
  • Acepta lo que no puedes controlar: una de las mayores fuentes de estrés es intentar controlar todo lo que ocurre a nuestro alrededor. La realidad es que hay muchas cosas que escapan a nuestro control, y aprender a aceptarlo puede ser liberador. En lugar de agobiarte por lo que no puedes cambiar, céntrate en lo que sí está en tus manos. La aceptación no significa resignación, sino aprender a vivir con lo que es, tal y como es. Esto te ayudará a reducir el estrés y a vivir con más tranquilidad.
  • Sonríe más: puede sonar un poco simple, pero sonreír más a menudo tiene un efecto positivo en nuestro estado de ánimo. Aunque no lo creas, el acto de sonreír libera endorfinas, las llamadas hormonas de la felicidad, que nos hacen sentir mejor. Además, cuando sonreímos, enviamos un mensaje positivo a nuestro cerebro, lo que ayuda a reducir el estrés y a mejorar nuestro bienestar general. No se trata de forzar una sonrisa cuando no lo sientes, pero intenta encontrar motivos para sonreír cada día. Ya sea por algo que te ha hecho gracia, por una buena noticia o simplemente por estar vivo, sonríe y verás cómo todo empieza a parecer más ligero.
  • Aprende a soltar: a veces nos aferramos a cosas, personas o situaciones que ya no nos aportan nada positivo, simplemente porque nos cuesta dejar ir. Aprender a soltar es una de las lecciones más importantes para vivir con tranquilidad. Cuando soltamos lo que ya no nos sirve, hacemos espacio para lo nuevo, para lo que sí nos aporta. No es un proceso fácil, pero es necesario para avanzar y para vivir con más calma. Soltar no significa olvidar, sino aceptar que ciertas cosas ya cumplieron su función en nuestra vida y que es momento de dejarlas ir.
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