La juventud es un divino tesoro. Así lo dice el refranero español, rico como sabéis en realidades. Todos y todas somos conscientes de la cantidad de beneficios que están asociados al hecho de ser joven. Eso es lo que nos hace pensar en todo momento que podemos con cualquier cosa que se nos ponga por delante en este mundo. Por eso todo el mundo quiere ser joven y disfrutar de la vida al máximo. La verdad es que ese es uno de los mejores consejos que nos pueden dar a lo largo de la vida porque la juventud nunca vuelve y siempre vamos a recordar lo que hicimos o no hicimos en ella.
Es verdad que en toda vida llega un momento en el que pensamos que ya hemos dejado de ser jóvenes. Lo podemos utilizar por múltiples motivos: que nos sintamos cansados a la hora de realizar actividades que antes no nos producían fatiga, que en el espejo veamos una cara que empieza a estar caracterizada por las arrugas, que no tengamos ganas de salir de casa… Los motivos son muchos y seguro que alguna de las personas que conforman vuestro círculo os ha confesado haber tenido alguno de ellos.
No es fácil procesar esa sensación, pero también os tenemos que decir que muchas de las personas que no se sienten jóvenes no lo hacen porque no quieren. Hay más posibilidades que nunca para tener la sensación de ser joven, o al menos de creer que se tienen menos años de los que marca nuestro Documento Nacional de Identidad. La evolución de la tecnología y de la medicina ha tenido mucho que ver con todo esto la verdad es que han sido muchas las personas que sean beneficiado y que todavía hoy se siguen beneficiando de ello.
Al hilo de lo que venimos comentando hay que destacar el concepto de edad subjetiva. Estamos hablando de la edad que nosotros creemos tener, no la que marcan los documentos oficiales. Es perfectamente posible que una persona haya alcanzado, por ejemplo, la edad de jubilación pero que se sienta como si tuviera 50 años. Y también es posible que ocurra exactamente lo contrario, aunque lo preferible y lo que más habitual es en nuestro país es el primero de esos dos casos. Una noticia que fue publicada en el diario El País informaba de todo lo que tiene que ver con la edad subjetiva desde el punto de vista positivo, el que tiene que ver con todas esas personas que se sienten más jóvenes de lo que son. Aunque lo enfoca desde un punto de vista de misterio, lo cierto es que hay poco de misterioso en esta cuestión.
Decimos que tiene poco misterio porque ahora más que nunca hay formas de pelear contra los signos de la edad. La medicina estética es una de las cuestiones por las cuales mucha gente no aparenta físicamente los años que en realidad tiene. Y es que han sido muchos hombres y muchas mujeres las que han confiado en este tipo de tratamientos para aliviar los signos de la edad y continuar sintiéndose jóvenes.
De acuerdo con lo que indica una noticia publicada en la página web del diario El Economista, casi la mitad de los españoles se ha sometido en alguna ocasión a un tratamiento de medicina estética. Como podéis ver, es algo bastante habitual y que ha dejado de ser un tema espinoso para convertirse en algo que está muy bien visto puesto que permite que las personas puedan disponer de una nueva vida y sentirse cómodas con el cuerpo que tienen. Esto ha sido muy importante para que muchas personas alcancen aquello que denominamos felicidad.
Ahora os cuento mi experiencia profesional con este asunto
La segunda mitad de este artículo quiero dedicarla a hablar de mi experiencia profesional en lo que respecta a la medicina estética. Soy una de las personas que acometen el tipo de cambios que la gente suele querer cuando se somete a un tratamiento como de los que estamos hablando y la verdad es que he podido ver en primera persona cómo ha evolucionado este asunto en los últimos tiempos tanto en España como en algunos países del extranjero.
Hace unos años, y después de haber acumulado experiencia en alguna clínica especializada en este campo, decidí montar mi propio negocio. Tenía la sensación de que había un nicho de negocio muy interesante y que la cantidad de personas que podían requerir de estos negocios iban a crecer en los años que seguían. Por tanto, me puse manos a la obra y, en cosa de unos meses, pude dar comienzo a mi actividad con toda la ilusión y la esperanza del mundo. Había muchas cosas que hacer para convencer a la gente de que mi servicio era el mejor, pero estaba claro que tenía la capacidad para conseguirlo.
Una de las cosas en las que había trabajado con denuedo para tratar de hacer de mi centro de estética el mejor de toda la ciudad era en la adquisición de un proveedor que me facilitara cualquier tipo de producto que pudiera necesitar. En un negocio como el de la medicina estética es imprescindible contar con productos de calidad y que ofrezcan la mayor de las seguridades a la persona que ha depositado su confianza en nosotros. Hice un pequeño análisis de posibles proveedores y la decisión que tomé fue quedarme con Medyzon por la enorme variedad de hilos, cánulas, revolax o neuramis que me podían proporcionar. Gracias a ello, a día de hoy puedo decir que apostar por la medicina estética es uno de los mejores consejos que se pueden dar.
Las cosas que se hacen bien, por lo general, proporcionan buenos resultados. Y eso es exactamente lo que pasó con mi centro de estética. Había tomado tantas precauciones y había puesto tanto interés en dar lo mejor que pronto obtuve una cartera de clientes muy importante y que hizo que la rentabilidad de mi negocio fuera inmediata. De hecho, he tenido que ir ampliando la plantilla en los últimos tiempos porque no dábamos abasto a atender a tanta gente. La verdad es que puedo afirmar que ese dato que decíamos antes, el de que la mitad de los españoles se ha sometido a algún tratamiento de medicina estética, es tan real como la vida misma.
Además, tengo que decir que creo que he sido generoso con los precios. No he querido abusar poniéndole un precio demasiado elevado a los tratamientos, sino que he preferido reducir parcialmente el margen de beneficios del que dispongo para conseguir una ventaja competitiva sobre los demás centros de estética que operan en mi ciudad. Y la verdad es que he conseguido una enorme reputación gracias a eso y gracias a que, a pesar de ello, no he reducido la calidad de mi servicio y la de los resultados finales.
Lo más importante de todo es que la gente que viene se va contenta con los resultados que ha obtenido. Eso muchas veces no es fácil porque hay quien acude a este tipo de centros con la esperanza de que los profesionales hagamos magia. Se pueden hacer grandes cambios, que a nadie le quepa la menor duda, pero es evidente que deben encontrarse dentro de las posibilidades que nos otorga la realidad.
Personas de todo tipo apuestan por estos servicios
Durante el tiempo que dispongo de la clínica estética me he dado cuenta de que hay muchos tipos de públicos que pueden requerir de estos servicios. Es cierto que, hasta hace un par de décadas, el público objetivo estaba claro: mujeres de mediana edad que querían verse rejuvenecidas. Pero es que ahora, además de esas personas, también hay hombres y personas de todas las edades, lo cual ha posibilitado que el trabajo en el sector sea mucho más grande y que haya opciones de montar un negocio y que este sea rentable si se hacen las cosas bien en su seno.
Todo esto garantiza un buen futuro para este tipo de actividades. La gente quiere parecer más joven de lo que es porque nos encontramos en una sociedad en la que la imagen se ha convertido en algo básico, algo que a mucha gente le da de comer y algo que, además, permite que ganemos en confianza en nosotros y nosotras mismas. Valoramos esto de una manera muy positiva y por eso son muchos y muchas los que no dudan en acudir a un centro de estética para cumplir con este cometido. No me extraña en absoluto, para qué os voy a engañar.
La medicina estética ha venido para quedarse y no tengo la menor duda de que va a seguir habiendo gente de todas las edades y condiciones sociales que se decante por acudir a uno de los centros de estética para obtener cambios que les son necesarios. Si eso hace más feliz a la gente, mejor que mejor. Cada cual tiene que apostar por su propia felicidad y la verdad es que conseguirlo de esta manera, sin hacerle daño a nadie, es algo que siempre será recomendable con independencia de quiénes seamos y cuáles sean nuestros propósitos en esta vida.