Perder un diente no es algo tan raro como piensas. A lo largo de la vida, todos acabamos perdiendo alguna pieza dental, ya sea por un accidente, una caries demasiado avanzada, una enfermedad en las encías o simplemente por el paso de los años. Incluso si nunca has tenido una extracción importante, lo más probable es que te hayan quitado las muelas del juicio o que, en el futuro, tengas que enfrentarte a la pérdida de alguna pieza dental.
La cuestión es que, cuando eso ocurre, muchas personas no saben qué hacer ni qué opciones tienen para solucionarlo. Una de las mejores soluciones hoy en día son los implantes dentales, pero hay mucho desconocimiento sobre el tema.
¿Qué pasa si no reemplazas un diente perdido?
Puede que pienses que perder un diente no es para tanto, especialmente si no está en una zona visible. Sin embargo, dejar un hueco en tu dentadura se puede acabar convirtiendo en un problema bastante serio. Cuando falta una pieza dental, los dientes vecinos empiezan a moverse poco a poco, inclinándose hacia el espacio vacío. Esto puede desalinear tu mordida y hacer que aparezcan problemas de masticación o incluso dolor en la mandíbula.
Además, la ausencia de un diente afecta al hueso de la mandíbula. Cuando la raíz de un diente desaparece, el hueso que la rodeaba deja de recibir la estimulación que necesita para mantenerse fuerte, lo que provoca su reabsorción y adelgazamiento. Con el tiempo, esto puede cambiar la forma de tu cara y hacer que parezcas mayor de lo que realmente eres.
Por eso, aunque no te moleste demasiado la ausencia de un diente al principio, a largo plazo puede traer más problemas de los que imaginas.
¿Qué son exactamente los implantes dentales?
Los implantes dentales son la mejor solución para reemplazar un diente perdido. Básicamente, son unas estructuras que se colocan en el hueso de la mandíbula para hacer la función que antiguamente hacían las raíces de los dientes. Sobre estos implantes, se colocan unas coronas que imitan la forma y el color de los dientes originales, logrando un resultado prácticamente idéntico al de un diente natural.
A diferencia de las dentaduras postizas o los puentes dentales, los implantes son una solución fija y duradera. No se mueven ni se desgastan fácilmente, lo que permite que puedas comer, hablar y sonreír con total normalidad.
La evolución de este tratamiento
Los implantes dentales no son algo nuevo. De hecho, hay pruebas de que en civilizaciones antiguas ya intentaban reemplazar dientes perdidos con materiales rudimentarios como conchas marinas, fragmentos de hueso o piedras talladas. Obviamente, esos métodos no tenían los resultados que tenemos hoy en día, pero demuestran que la necesidad de sustituir dientes ha existido siempre.
Los primeros implantes modernos aparecieron en la década de 1950, cuando un cirujano sueco descubrió que el titanio tenía la capacidad de fusionarse con el hueso de manera natural en un proceso llamado osteointegración. A partir de ahí, los implantes dentales comenzaron a desarrollarse con este material, debido a su resistencia y compatibilidad con el cuerpo humano.
Con el paso de los años, los materiales han evolucionado. Hoy en día, la mayoría de los implantes siguen siendo de titanio, pero también han aparecido opciones de zirconio, que es un material cerámico con un color más parecido al del diente natural. Este último tipo es ideal para personas que buscan una opción sin metales o que tienen alergia al titanio.
Tipos de implantes dentales
Existen diferentes tipos de implantes dentales dependiendo de la necesidad de cada paciente:
- Implantes endoóseos: Estos son los más comunes. Se colocan directamente en el hueso de la mandíbula y, una vez integrados, sirven como base para sostener la corona o la prótesis. Están hechos generalmente de titanio, un material biocompatible que se fusiona con el hueso a través de un proceso llamado osteointegración. Este tipo de implante es ideal para quienes han perdido uno o varios dientes y tienen una estructura ósea lo suficientemente fuerte como para soportarlo. Su colocación requiere una cirugía menor y un período de cicatrización antes de colocar la prótesis definitiva.
- Implantes subperiósticos: Se colocan sobre el hueso, pero debajo de la encía. Se usan en casos donde la mandíbula no tiene suficiente altura ósea para soportar un implante tradicional. En lugar de insertarse en el hueso, se apoyan en una estructura de metal que queda fijada bajo la encía. Son una alternativa para pacientes que no pueden someterse a procedimientos de regeneración ósea o que prefieren evitar cirugías más invasivas. Aunque son menos comunes hoy en día, siguen siendo una opción válida en determinados casos.
- Implantes cigomáticos: Son menos comunes y se utilizan cuando hay una gran pérdida ósea en la parte superior del maxilar. En lugar de colocarse en la mandíbula, se fijan en el hueso cigomático (pómulo). Esto permite una mayor estabilidad en pacientes con pérdida ósea severa que no pueden recibir implantes tradicionales sin un injerto óseo previo. Debido a la complejidad del procedimiento, este tipo de implante suele realizarse por especialistas en cirugía maxilofacial y requiere un tiempo de recuperación más prolongado, pero es una solución eficaz para recuperar la funcionalidad y estética dental en casos extremos.
La elección del tipo de implante va a depender de factores como la cantidad de hueso que tenga la persona, su salud general y la zona donde necesite el implante. Además, es importante evaluar el estado de sus encías, la oclusión dental y la capacidad que tenga para mantener una adecuada higiene oral después del procedimiento. Un especialista en implantología podrá determinar la mejor opción según sus necesidades.
¿Cómo es el procedimiento para colocar un implante?
En Cooldent, una clínica dental con ubicaciones en Estepona y Algeciras, cuentan con muchísima experiencia en este tipo de tratamientos y pueden decirnos mejor que nadie cuál es el procedimiento de colocación y despejarnos muchas dudas:
“Mucha gente siente cierto temor cuando escucha la palabra «implante», pero la realidad es que el procedimiento es más sencillo y menos doloroso de lo que imaginas. Se hace con anestesia local y, en algunos casos, con sedación para que el paciente esté más relajado.
El proceso suele llevar varios meses y se divide en varias etapas:
- Evaluación y planificación: Se evalúa el estado del hueso y la encía mediante radiografías o escáneres 3D para determinar si es necesario un injerto óseo antes del implante.
- Colocación del implante: Se realiza una pequeña incisión en la encía y se introduce el implante en el hueso. Luego, se sutura la encía y comienza el proceso de cicatrización.
- Osteointegración: En los meses siguientes (de 3 a 6 meses), el implante se fusiona con el hueso.
- Colocación de la corona: Una vez que el implante está bien integrado, se coloca un pilar sobre el que se fija la corona definitiva, fabricada a medida para que encaje perfectamente con el resto de los dientes.
Después del procedimiento, es normal sentir algo de inflamación o molestias durante los primeros días, pero la recuperación suele ser rápida y sin mayores complicaciones.”
Ventajas de los implantes dentales modernos
- Son permanentes y estables, a diferencia de las prótesis removibles. Esto significa que no tendrás que preocuparte por que se desplacen o causen molestias al hablar o comer. Una vez que el implante se integra con el hueso, se convierte en una parte sólida y funcional de la boca.
- Evitan la reabsorción ósea, manteniendo el hueso de la mandíbula sano. Cuando se pierde un diente, el hueso de la mandíbula comienza a deteriorarse por falta de estimulación. Los implantes dentales sustituyen la raíz del diente, evitando esta pérdida ósea y preservando la estructura facial a largo plazo.
- No dañan los dientes vecinos, como ocurre con los puentes dentales. En los tratamientos tradicionales con puentes, los dientes adyacentes deben ser tallados para sostener la prótesis. Con los implantes, esto no es necesario, lo que permite conservar la salud y la integridad de los dientes naturales circundantes.
- Tienen una apariencia completamente natural y permiten masticar sin problemas. Los implantes están diseñados para imitar la forma, el tamaño y el color de los dientes naturales, lo que los hace prácticamente indistinguibles de los originales. Además, ofrecen una mordida fuerte y estable, permitiendo comer todo tipo de alimentos sin restricciones.
- Su mantenimiento es fácil, ya que se limpian igual que los dientes naturales. No requieren adhesivos especiales ni procesos complicados de limpieza. Un buen cepillado, el uso de hilo dental y visitas regulares al dentista son suficientes para mantenerlos en perfecto estado durante décadas. Además, a diferencia de las prótesis removibles, no acumulan bacterias en la misma medida ni provocan irritaciones en las encías.
¿Vas a dejarlo estar?
No dejes ese hueco entre tus dientes y atrévete a cuidar de tu salud. Recuerda que puede que ahora no te esté resultando incómodo o no sea un problema, pero con el tiempo ten por seguro que lo será.
Ponerte un implante dental será una solución duradera y sentirás como si nunca hubieras perdido tu pieza dental. Así que no te lo pienses mucho y soluciónalo cuanto antes. Te sentirás mejor.