La música es mucho más que una forma de entretenimiento o una simple distracción: para muchos supone un refugio y un modo de enfrentar los momentos difíciles de la vida, lo cual incluye, por supuesto la lucha contra la depresión.
Si alguna vez te has sentido solo o abrumado por la tristeza, probablemente has experimentado que ciertas melodías tienen la capacidad de hacerte sentir mejor. Y es que, la conexión emocional que la música genera no es casualidad, ya que es una herramienta que, si se utiliza de la forma adecuada, puede ser una de las armas más útiles para luchar contra la depresión.
De hecho, no es algo nuevo: a lo largo de los siglos podemos descubrir que la música ha sido reconocida como un remedio para el alma. Sin ir más lejos, antiguamente se creía que ciertos sonidos podían curar enfermedades tanto físicas como emocionales, y hoy en día, la ciencia ya ha demostrado que la música realmente tiene un impacto positivo en nuestra mente, cuerpo y emociones.
Terapia emocional a través de la música.
Desde que nacemos, la música tiene un impacto en nosotros. El sonido de una canción de cuna, por ejemplo, tiene el poder de calmar a un bebé, creando un vínculo emocional con su madre. Esa conexión no desaparece con la edad; de hecho, la música se convierte en un medio por el cual podemos procesar y expresar nuestras emociones, especialmente cuando las palabras no son suficientes.
Entre todas las emociones que podemos experimentar a lo largo de nuestra vida, se encuentra una que roza los límites cuando nuestra salud mental se encuentra severamente descuidada: la depresión, un trastorno emocional bastante complejo. Se caracteriza por ser una sensación persistente de vacío, desesperanza y fatiga que puede apoderarse de nuestra vida diaria. Es algo más profundo que simplemente “sentirse triste”, y es por eso que muchas veces las personas no saben cómo abordarlo; aquí es donde la música entra en juego.
Cuando escuchamos música, nuestro cerebro libera neurotransmisores como la dopamina, conocida como la «hormona de la felicidad». Esta sustancia química se asocia con sentimientos de placer y bienestar, y, además, también nos ayuda a regular el estado de ánimo, lo cual es crucial para las personas que luchan contra la depresión.
A través de estudios científicos, se ha comprobado que escuchar música puede reducir los niveles de cortisol, la hormona del estrés. Esto significa que, al poner nuestra canción favorita, nuestra ansiedad disminuye, el estrés se alivia y, poco a poco, nos desconectamos de los pensamientos negativos que nos acechan. La música tiene un poder tan profundo que incluso se utiliza en terapias psicoterapéuticas, como la musicoterapia, para ayudar a las personas a expresar y manejar sus emociones.
El impacto de la música en nuestra fisiología.
Uno de los aspectos más interesantes de la música es su capacidad para afectar a todo nuestro cuerpo. Diversos estudios han demostrado que escuchar música puede disminuir la presión arterial, reducir el ritmo cardíaco y aliviar el dolor físico. En otras palabras: gracias a ella, mejora nuestra salud física y, por ende, también nuestra salud mental. La música, al calmar nuestro sistema nervioso, crea un ambiente más tranquilo que nos permite encontrar la paz interior, un componente vital en el proceso de curación de la depresión.
Cuando escuchamos música que nos gusta, el cerebro activa otras áreas relacionadas con la memoria, la motivación y la recompensa, lo cual nos hace sentir bien, permitiéndonos desconectar de los pensamientos más oscuros. Además, la música tiene la capacidad de transportarnos a momentos específicos de nuestras vidas, ya sea un recuerdo feliz o una sensación que nos reconforta, ayudándonos a reconectar con nosotros mismos.
Aprender música: una forma activa de sanar.
Ahora bien, si escuchar música tiene estos efectos tan poderosos, ¿qué pasaría si nosotros mismos fuéramos los que tocamos la música? Aquí es donde aprender a tocar un instrumento, como el piano, puede ser una forma activa de combatir la depresión. A lo largo de los años, se ha demostrado que aprender a tocar un instrumento musical mejora la memoria, la concentración y la coordinación, pero sus beneficios van mucho más allá.
Cuando decidimos estudiar música, comenzamos un proceso en el que nos sumergimos en la práctica constante. De esta forma aprendemos a enfocarnos en el presente, poniendo en práctica el famoso “mindfulness” que tanto nos beneficia. Por otro lado, la música (como cualquier otra habilidad) requiere disciplina, pero también ofrece una gratificación instantánea. Cada pequeña victoria, como dominar una nueva melodía o mejorar una técnica, es un recordatorio de lo que somos capaces de lograr.
Estudiar música también tiene un resultado directo en nuestra autoestima. La depresión puede hacernos sentir como si no fuéramos lo suficientemente buenos o capaces, pero la música tiene la capacidad de desmantelar esos pensamientos autocríticos. Cada vez que tocamos una nota correctamente o terminamos una pieza, estamos construyendo nuestra confianza, y esto es algo que se extiende más allá de la música misma y puede influir en otros aspectos de nuestra vida.
¿Y si nos sentimos frenados para aprender música?
Una de las barreras más comunes para muchas personas es la creencia de que es demasiado tarde para aprender música o que no tenemos tiempo para hacerlo. Sin embargo, quiero romper con ese mito, porque la realidad es que nunca es tarde para empezar, y lo mejor es que hoy en día disponemos de un montón de recursos disponibles para aprender de muchas formas, en cualquier momento y en cualquier lugar.
Según la pianista Kristina Kryzanovskaya todos podemos aprender a tocar un instrumento musical, sin importar la edad o la situación, ya que hoy en día tenemos la ventaja de poder estudiar música desde la comodidad de nuestro hogar gracias a las clases online. Así es: aprender música es un proceso personal que no tiene que ser limitado por la edad. De hecho, la música se convierte en una excelente herramienta para mejorar nuestra calidad de vida en cualquier etapa de la vida, y por eso todos podemos disfrutar a cualquier edad y aprender cosas diferentes según nuestra experiencia en la vida.
Por otro lado, no debemos sentirnos limitados por nuestros medios, ya que las clases online permiten a los estudiantes aprender a su propio ritmo y adaptarse a sus horarios, lo que significa que incluso aquellos que luchan contra la depresión pueden encontrar un espacio seguro y libre de presiones para comenzar su viaje musical.
El piano, por ejemplo, es un instrumento que puede proporcionar un alivio inmediato a la mente. Las teclas y su disposición nos permiten crear melodías que nos ayudan a expresar lo que sentimos, y a medida que vamos aprendiendo, podemos usar la música como una forma de terapia. Además, el acto de tocar un instrumento musical requiere concentración y coordinación, lo que nos aleja de los pensamientos negativos y nos permite centrarnos en la tarea en cuestión.
La música como medio de conexión.
Otro aspecto importante de la música es su capacidad para conectarnos con otras personas. La depresión puede hacernos sentir aislados y solitarios, pero la música tiene el poder de unirnos: cantando en un coro, tocando en una banda o simplemente compartiendo nuestras canciones favoritas con un amigo, la música nos ayuda a expresar nuestras emociones de una manera que las palabras no pueden.
Además, las comunidades musicales, ya sea online o en persona, proporcionan un espacio de apoyo y solidaridad, donde las personas se sienten comprendidas y aceptadas, y donde todos pueden participar y sentirse acompañados.
¿Qué tipo de música ayuda más contra la depresión?
Realmente no existe un tipo de música único que sea el mejor para todos, pero la música suave y relajante suele ser la más beneficiosa para aliviar los síntomas de la depresión. Géneros como el clásico, el jazz suave, la música ambiental o el conocidísimo “Lo-fi” pueden ayudar a reducir la ansiedad y el estrés, favoreciendo la relajación.
Por otro lado, escuchar canciones con letras que reflejan emociones similares a las nuestras puede ayudarnos a sentirnos comprendidos, como si no estuviéramos solos en nuestra lucha.
Disfruta de este gran viaje de superación personal.
Para acabar, me gustaría dejarte con una gran reflexión:
Hemos hablado de cómo disfrutar de la música (ya sea aprendiendo o escuchándola) puede ayudarnos a sentirnos mejor para combatir problemas emocionales graves como la depresión. Sin embargo, aunque la música sea una herramienta poderosa para combatirla, también supone un medio de autoexploración para todos nosotros. A través de la música, podemos aprender más sobre nosotros mismos, nuestras emociones y nuestras capacidades, ya que tocar o escuchar música nos da una perspectiva única de nuestra vida, ayudándonos a procesar los sentimientos más profundos y a encontrar una forma de sanarlos.
Así que ya sabes: no tienes por qué sufrir depresión para sentirte mejor con la música. Si estás atravesando un momento difícil y te encuentras perdido, enfadado, decepcionado o de cualquier otra forma que te haga sentir mal, te animo a que explores la música de manera más profunda, escuchando tus canciones favoritas, aprendiendo a tocar un instrumento e incluso componiendo tu propia música. No subestimes su poder; como bien dicen muchos músicos y terapeutas, la música tiene la capacidad de transformar nuestra vida de formas que nunca imaginamos.