Elegir bien a un cuidador o cuidadora

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Contratar a una persona para que se ocupe de nuestros mayores, no es algo que haya que tomar a la ligera. Llegado el momento de que una persona de avanzada edad, no pueda valerse por sí misma o simplemente, necesite compañía para realizar algunas tareas o no sentir el peso de la soledad, contar con un cuidador o cuidadora, puede ser una excelente opción. En muchas ocasiones, los hijos no pueden hacerse cargo de la situación o, puede que los mismos padres no quieran que sus hijos se limiten y estén tan pendientes de ellos. Con independencia de la razón que puede ser de cualquier tipo, poder contar con una persona capacitada para cuidar a los mayores, es una decisión que conviene valorar y meditar. Sobre todo cuando estamos ante las personas que pueden convertirse en cuidadores.

Este perfil profesional desempeña un papel crucial en la vida de aquellas personas que necesitan asistencia y apoyo en su vida diaria. Encontrar al candidato o candidata ideal, puede marcar una diferencia total en la calidad de vida del adulto mayor, por lo que es de gran importancia, conocer las claves básicas para elegir de forma adecuada.

Con este artículo, queremos ofrecer la información necesaria para facilitar esta tarea, para lo que hemos contado con la colaboración de Agencia Sant Pau, expertos en el cuidado de personas mayores y bebés. Conocer los diferentes aspectos que se relacionan con la asistencia domiciliaria, como son el apoyo emocional, el papel de los cuidadores en la vida de estas personas, la importancia de una buena comunicación y el equilibrio que debe existir entre las responsabilidades del cuidador y el cuidado personal, es indispensable.

Por lo tanto, cuando nos enfrentamos a este tipo de situación en la que la responsabilidad de cuidar a un adulto mayor se torna necesaria, resulta esencial asegurar que se cuente con el apoyo y asistencia necesario en su propio hogar. La asistencia domiciliaria, proporciona la comodidad y familiaridad necesaria que supone estar en un entorno conocido, al tiempo que alguien se hace cargo  de los cuidados y permite que mantengan su autonomía y seguridad.

Encontrar el cuidador ideal es fundamental

Dada esta circunstancia, más habitual de lo que cabe esperar, resulta indispensable encontrar al cuidador que se adapte a las necesidades específicas y concretas de cada persona y no al revés. A la hora de elegir a la persona adecuada, lo más aconsejable es considerar su experiencia y formación en el cuidado de personas mayores. Además de que se trate de una persona comprensiva, empática y capaz de adaptarse a las condiciones y limitaciones individuales del adulto mayor. Que exista una confianza mutua y una buena comunicación, es clave para que se establezca una buena relación de cuidado.

La asistencia domiciliaria no se limita a la ayuda en las tareas diarias, como puede ser la higiene personal, la alimentación o administración de medicamentos. Pueden incluirse a su vez, actividades recreativas y de estimulación cognitiva para que el cerebro del adulto se mantenga activo. Este tipo de actividades, contribuyen en gran medida a mejorar la calidad de vida y el bienestar emocional de los mayores.

Otro aspecto que se debe tener en cuenta es que cada adulto es único y tiene sus preferencias y necesidades personales. Por lo que el cuidador elegido, debe estar dispuesto a adaptarse a todas esas rutinas y gustos de la persona a la que va a cuidar y brindarle en todo momento, un trato personalizado y respetuosos. Empatía y paciencia, son dos cualidades que no pueden faltar en este perfil profesional.

Lo que nos lleva al apoyo emocional que necesitan. Un cuidador no solo debe proporcionar asistencia física, debe ofrecer un buen apoyo emocional al adulto mayor. A la mayoría de personas que requieren un cuidador en el domicilio, les pasa algo similar: luchan con sentimientos de soledad muy acusados, ansiedad o depresión. En este sentido, contar con alguien que pueda proporcionarles comprensión y acompañamiento, puede marcar la diferencia en su bienestar general y emocional.

Esto requiere que el cuidador sea perfectamente capaz de establecer una relación de confianza saludable con el adulto mayor, escuchando de forma activa sus preocupaciones y respondiendo con palabras de aliento y apoyo. Fomentar la participación en actividades sociales y estimulantes para evitar el aislamiento, es otro de los aspectos que debe cuidar.

Entender que el proceso de envejecimiento implica cambios físicos y emocionales, por los que además, todos vamos a pasar, ayuda a crear esa relación de confianza. Los adultos mayores pueden experimentar pérdidas significativas como la disminución de la movilidad o la pérdida de seres queridos. Este tipo de pérdidas pueden desencadenar emociones de lo más complejo, por lo que el cuidador elegido, debe estar lo suficientemente preparado para ofrecer ese apoyo sensible y comprensivo tan necesario.

Todo esto, sin olvidar promover la autonomía y toma de decisiones del adulto, dentro de lo posible. Permitir que tenga el control sobre los aspectos de su vida más directos, como elegir las actividades diarias o tomar decisiones sobre su cuidado, ayudan a mantener su bienestar emocional y con ello, la autoestima.

La misión de un cuidador o cuidadora

Se puede atisbar que el papel de un cuidador, va más allá de la mera asistencia física. Este tipo de profesionales desempeñan un rol fundamental en lo que a bienestar y calidad de vida de los mayores, respecta. Conviene entender por parte de los que buscan un cuidador y aquellos que quieren dedicarse al cuidado de mayores, que no se trata de un simple apoyo físico. Ejercen de compañeros y confidentes.

Razones más que evidentes para tener claro que el cuidador ideal para nuestro adulto mayor, debe ser alguien que esté dispuesto a escuchar las preocupaciones y necesidades del adulto a cuidar. Ofrecer ese espacio seguro y apropiado para que se produzca una adecuada expresión emocional y adaptarse a esas rutinas y necesidades cambiantes que les acometen.

Cuidar a un anciano puede ser un verdadero desafío, tanto como gratificante. Los cuidadores deben estar convenientemente preparados para poder enfrentarse a situaciones difíciles como pueden ser las enfermedades crónicas o el deterioro cognitivo. De ahí que repitamos tanto que se requiere contar con altas dosis de paciencia y empatía. Porque resulta esencial que además, mantengan una actitud positiva y compasiva, proporcionando un ambiente de calma y seguridad.

Por otro lado, este tipo de cuidadores deben estar capacitados para poder reconocer los signos de abuso o negligencia que puedan sufrir, puesto que deben proteger los derechos y dignidad de los mayores. Estar actualizados en todo lo referente a técnicas de cuidado y enfoque terapéutico, les permite ofrecer la mejor atención y desempeñar su trabajo de la mejor manera posible.

Respecto a la comunicación, resulta un pilar fundamental. Debe ser efectiva entre el adulto mayor y el cuidador, para que se establezca la necesaria relación de confianza y comprensión. Un cuidador ideal, debe ser capaz de escuchar de forma asertiva y hablar con claridad, sin perder la empatía y el respeto.

Si se produce una comunicación abierta y honesta entre ambas partes, el cuidador puede entender las necesidades y preferencias del adulto al que cuida. Esto facilita el diseño de un plan de cuidados personalizado y adecuado en cada situación. El adulto debe sentir que se le escucha y comprende, lo que provocara que la relación se fortalezca.

Dado que los cuidadores de personas mayores, suelen enfrentarse a un gran número de responsabilidades, puede conllevar a su propio descuido. En este sentido, hay que saber equilibrar las responsabilidades y recordar que el cuidado propio permite ofrecer la atención adecuada. Por lo que un buen cuidador debe ser consciente de la importancia que tiene cuidar de su propia salud física y emocional, lo que implica tiempo para descansar, alimentarse y buscar apoyo si es necesario.

En conclusión, a la hora de encontrar un cuidador adecuado para una persona mayor que lo requiera, hay que considerar la asistencia domiciliaria, el apoyo emocional, el entendimiento del papel que desempeña el cuidador, la importancia de la comunicación y el equilibrio entre responsabilidades y cuidado personal. Cada adulto mayor es único y merece contar con los servicios de un cuidador adecuado, capaz de adaptarse a sus necesidades.

Por lo tanto, a la hora de elegir al cuidador, es necesario tomarse tiempo y evaluar las diferentes opciones disponibles. Tener en cuenta la experiencia, la formación y las habilidades del cuidador en cuestión. Determinar las funciones que va a tener en el trabajo y dejar claras cuáles son las principales desde el primer momento. Como sabemos, por norma general estos cuidadores tiene las funciones  de ocuparse de las tareas domésticas, el control de las patologías y medicamentos y el acompañamiento.

Los resultados de contar con un buen cuidador son más que positivos, puesto que produce unos efectos saludables, entre los que se encuentran el alivio emocional, la conservación de rutinas y el mantenimiento de las relaciones sociales. Por lo que contar con un buen cuidador o cuidadora, contribuye de manera inmediata al bienestar físico, psicológico y emocional de la persona mayora a la que presta sus servicios. Lo más importante es encontrar al cuidador o cuidadora ideal, algo que puede ser complejo pero no imposible

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