Enfermedades mentales que se originan en el trabajo.

Salud mental en el trabajo

El trabajo es uno de esos lugares o actividades en los que pasamos gran parte de nuestra vida. Por tanto, de forma inevitable, afecta a nuestra salud mental. La exigencia extenuante, la gran carga de trabajo o un ambiente laboral adverso puede producirnos desordenes mentales que a la larga se traduzcan en enfermedades graves. Te hablamos de las enfermedades mentales relacionadas con el trabajo.

En la actualidad, en España, las enfermedades mentales representan el 7% de las bajas médicas que cogen los trabajadores. Su impacto ha crecido un 66% en los últimos 5 años.

Aunque no podemos afirmar que la causa de una enfermedad mental haya que localizarla exclusivamente en las condiciones laborales, estas influyen de una manera u otra en su desarrollo. En algunos casos, su impacto es determinante.

Y es que el trabajo es una fuente de enfermedad. Tenemos que trabajar para vivir, para pagar las facturas. Pero el nivel de competencia que se impone hoy en día en los entornos laborales puede pasarnos factura.

Muchos trabajadores acuden a su puesto de trabajo dispuestos a dar el 100%. Lo hacen porque consideran que es clave para mantener su empleo o para prosperar en la empresa. Esto les lleva a aceptar relaciones que se pueden volver en de ellos.

Cuando aparece un trastorno mental, la vida de la persona cambia. Las enfermedades mentales graves son incapacitantes. El individuo no puede realizar las tareas que solía hacer hasta entonces.

El doctor  José Antonio Hernández Hernández, uno de los mejores psiquiatras en Alicante con más de 30 años de experiencia, dice que hay que abordar estas enfermedades con un enfoque integral e individualizado. Es necesario tener en cuenta el aspecto mental y biológico del paciente. Trabajar codo a codo con él para que comprenda su problema, de forma que produzca un cambio positivo y duradero en su forma de ser y de relacionarse con los demás.

Esto, sin duda, afecta al trabajo. Estos son los trastornos mentales más relacionados con la actividad laboral y profesional.

El estrés crónico.

Según la O.M.S., el estrés es un estado de preocupación o tensión mental generado por una situación difícil.

A efectos clínicos hay catalogados tres tipos de estrés: El estrés agudo, el estrés agudo episódico y el estrés crónico.

El estrés agudo es el que padecemos de forma puntual ante una situación que nos sobrepasa. Puede ser, por ejemplo, el que puede vivir un estudiante que se tiene que someter a uno o varios exámenes fundamentales para su vida académica. Es un estrés pasajero. Desaparece cuando la situación que lo motivó ha concluido. En el ambiente laboral puede aparecer cuando recibimos un volumen de trabajo superior al que solemos atender o cuando nos encargan una tarea que pensamos que no estamos a la altura.

El estrés agudo episódico son situaciones de estrés agudo que se repiten en el tiempo. Es frecuente en profesionales que están sometidos a un nivel de exigencia continuo o prolongado en el tiempo.

De los tres tipos de estrés, el estrés crónico es el más peligroso. Suele provenir de una acumulación de situaciones de estrés agudo no resueltas. Los efectos psicológicos de este tipo de estrés son diferentes. Mientras el estés agudo suele producir nerviosismo y excitación, el estrés crónico genera apatía, desinterés y una alta irascibilidad.

Lo peor de todo, es que este estrés puede generar efectos físicos como el aumento de la frecuencia cardiaca, hipertensión, diabetes, dificultad para respirar, fatiga crónica, problemas de memoria, etc.

Ansiedad.

Dice el portal de noticias Infobae que durante el 2024 en España se tramitaron más de 450.000 bajas por trastornos mentales. De ellas, la ansiedad era el diagnóstico más frecuente.

El sindicato U.G.T. indica que las mujeres y los jóvenes (de entre 18 y 35 años) son los más afectados. Respecto a los sectores económicos: la sanidad, el comercio, la hostelería, los trabajos administrativos y la educación son las actividades que más número de bajas por ansiedad y otros trastornos mentales concentran.

La ansiedad es una respuesta natural de los seres vivos ante situaciones que entrañan peligro. El problema aparece cuando esta respuesta se muestra desproporcionada, es recurrente y se prolonga en el tiempo.

Existen diferentes trastornos de ansiedad: Trastorno de Ansiedad Generalizada (T.A.G.), trastorno obsesivo compulsivo, agorafobia, fobia social, ataques de pánico, etc. Cada uno de ellos tiene un cuadro sintomático concreto y un tratamiento específico.

De todos modos, las crisis de ansiedad se caracterizan por un aumento del ritmo cardiaco, hiperventilación (respiración acelerada), sudoración, temblores, debilidad física… Todo eso además de una paralización inmediata de la persona que le impide realizar ninguna acción.

Dice la U.G.T. que  “Se pone en evidencia que en aquellos puestos de trabajo en los que se da el trato con clientes, usuarios, alumnos o pacientes, así como en aquellos que implican unas peores condiciones laborales, se produce una mayor exposición a riesgos psicosociales de origen laboral que desencadenan en trastornos de ansiedad. Aun así, estas patologías apenas se reconocen como contingencia profesional”.

Existe una resistencia a relacionar los trastornos mentales con el ámbito laboral. Aunque en muchos casos su influencia es evidente. Cuando un enfermo quiere asociarlo, se ve obligado a demostrarlo. Algo, que en su estado, es complicado.

Vincular la ansiedad y el estrés crónico al trabajo llevaría a considerarlos enfermedad profesional, algo que supone un incremento del gasto social, así como un replanteamiento de las condiciones laborales en las empresas.

La depresión.

La depresión es una enfermedad relacionada con la alteración de neurotransmisores importantes del sistema nervioso central como la serotonina, la dopamina, el glutamato y el GABA (ácido gamma-animobutínico). Es importante dejar clara esta asociación, puesto que aún se tiende a identificar la depresión con un estado de ánimo triste y melancólico, como si fuera un sentimiento.

Esta enfermedad está catalogada como multicausal. Existen varios factores que llevan a una persona a padecer depresión, desde los factores hereditarios, el consumo de ciertas sustancias inmuno-depresivas hasta la vivencia de situaciones altamente estresantes.

Hay una influencia directa de la depresión con el mundo del trabajo. Según la O.M.S., este trastorno se ha convertido en la segunda causa de incapacidad laboral en el mundo  y en una de las principales causas de suicidio en adultos.

Estas circunstancias han colocado el tema de la salud mental de actualidad. Una baja por depresión suele durar entre 18 meses y dos años. Es decir, una de las bajas más largas que hay.

Por otro lado, la depresión provoca la irrupción de instintos suicidas. Ideas negativas recurrentes que emergen en la cabeza del paciente y que le llevan a tomar acciones contra su vida con gran dificultad para controlarlas. No son suicidios meditados. Son un efecto de la enfermedad.

Las empresas observan impotentes cómo sus trabajadores se quitan la vida sin poder hacer nada para remediarlo.

La supervisión médica directa de un psiquiatra es fundamental para que un enfermo pueda salir de la depresión. Hasta que el psiquiatra no valore que su paciente está restablecido y estable, no podrá integrarse a su puesto de trabajo.

El síndrome de Burnout.

Conocido también como el síndrome del trabajador quemado o síndrome de desgaste profesional, este es uno de los trastornos mentales cuya relación con el trabajo es más evidente.

El compendio digital de términos médicos A.D.A. informa que el síndrome de Burnout no es una enfermedad en sí misma. Pero se reconoce que es un detonante para problemas de salud física y mental más graves.

Este trastorno no es inmediato, se va fraguando con el tiempo, y se manifiestas porque el trabajador pasa toda la jornada laboral cansado, apático, desmotivado y tiende a tener una actitud cínica.

Respecto a sus efectos físicos, es habitual que padezca migrañas frecuentes, que manifieste desórdenes del sueño y que experimente nauseas.

Suele aparecer como resultado del estrés crónico, de una acumulación de exigencias agobiantes o por una sensación de insatisfacción en el trabajo. No sentirse valorado en la empresa o tener la impresión de que ha aportado mucho más de lo que ha recibido son valoraciones personales que pueden llevar al sujeto a padecer esta condición.

A día de hoy, el síndrome de Burnout no es causa de baja laboral, pero recuperar a un trabajador, que tiene este problema, para que vuelva a ser productivo al nivel que lo era antes, requiere tiempo y constancia.

Para tenerlo en cuenta, el trastorno debe ser diagnosticado por un médico. El facultativo tendrá en cuenta los síntomas físicos: dolor de cabeza o espalda, tensión muscular, insomnio, cansancio, nauseas, etc. así como los rasgos emocionales: apatía, irascibilidad, etc.

Se suele tratar con una terapia psicológica que permita identificar las causas del estrés y que dote al sujeto de herramientas para poder gestionar la respuesta, así como la toma de complementos vitamínicos y el seguimiento de periodos de descanso para recuperar la vitalidad perdida. Realizar actividades en su tiempo libre que le resulten gratificantes también resulta de gran utilidad.

Todavía ahora, hablar de estos trastornos mentales continúa siendo tabú en el ámbito del trabajo. Pero, como hemos visto, se trata de una realidad a la que no nos conviene dar la espalda.

 

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